Vive conmigo la experiencia GFE y goza de mis apasionados besos
La chica, entre lágrimas, obedeció. Entonces, el profesor la tomó por una mano y la puso en una esquina cara la pared. Lucía se sentía rota, humillada e inútil de desobedecer las órdenes de su maestro. El maestro se sentó en su mesa, como descansando.
